martes, 24 de febrero de 2009

Diego de Torres Villaroel: "Utilidad de la astrología en la política"

Inquietos estaban ya todos los de mi congreso, esperando a ver si con este Parche quedaba la Astrología restituida a su robusta salud, creyendo que fuese así, a vista de que con los dos Parches antecedentes se hallaba tan recobrada; apretóme [28] el Sacristán a que despachase presto, porque deseaba ya ver acabado este negocio para volverse a su Aldea: Yo le dije que lo haría con bastante brevedad, respecto de que la herida era de bien poca consecuencia. Empecé a formar el Parche, y a este tiempo Ascletarion, Astrólogo estrafalario, me dijo, no procurase curar la Astrología, si no quería verme como él se miró, pues por un mal Pronóstico que hizo a Domiciano, murió comido de perros.

Yo le dije: Señor mío, si usted como fue Gentil, hubiera sido Cristiano, no hubiera hecho ese Pronóstico, que mejor puede llamarse adivinación fantástica, pues no tuvo fundamentos, sino es los de su loca fantasía; y así sus quejas tienen tanto fundamento, como el de sus Pronósticos, pues los Príncipes políticos, aunque no pagan Astrólogos cuando no los necesitan, es falso que no los sufran, sin que acudamos para este al Emperador de Rusia, ni al Rey de Marruecos, pues entre Reyes Cristianos vemos hoy que se permiten. Dígalo Francia, e Italia, y dígalo nuestra España, pues en ellas se permiten Cátedras de esta Ciencia, y poco ha que las Gacetas nos pusieron la predicción, y Pronósticos que hicieron los Astrolos Franceses acerca del Globo de Luz o nuevo Fenómeno que se vió el año pasado; y de Milán viene aquí todos los años el Piscator Sarrabal: Luego entre Reyes Católicos se permite esta Ciencia como útil, y provechosa para todo lo político, porque aquella Ciencia es útil de quien las otras mendigan: De la Astrología, y Matemáticas necesitan los Pilotos, los Soldados, Marineros, Médicos y Labradores: luego es útil esta Ciencia. Véase la utilidad que trajo a la Cristiandad en el Reino de la China, pues yendo errados los más doctos Astrólogos de aquel Imperio en el cómputo de los Eclipses, viendo que los Padres de la Compañía acertaban la hora y punto del Eclipse, fue principio para que los venerasen como a hombres Sabios y Doctos, y que hiciesen juicio de que la Doctrina que enseñaban, era la más verdadera, por lo cual se redujeron muchos al Gremio de la Iglesia; y fue esto con tanta estimación de los Padres, que al P. Daniel le hizo el Emperador uno de sus principales mandarines, ordenando que veinte Astrólogos los más Doctos de su Imperio viniesen a ser Discípulos y a aprender la Astrología con dicho P. Daniel. Díjome Cornelio Tácito, que Tiberio, porque le engañaron los Astrólogos, estableció un Senatus consulto para expelerlos de Italia; a que añadió Justo Lipsio, que él tenia apuntado [29] en los Comentarios del señor Cornelio Tácito, que eso no era nueva ley, sino es repetición de la antigua, y Edicto, por el cual había ya mucho tiempo que estaba desterrada de la República esa peste, y que constaba de sus Excursos; que el año de 1614 fueron echados de Roma con término de diez días, los Caldeos, que hoy se llaman Piscatores: no pude sufrir la carcajada a vista de esta ignorancia, pues es cosa muy distinta los Astrólogos Cristianos, que hoy se llaman Piscatores, que los Caldeos y Egipcios como ya queda probado; pero no obstante les dije, que me hiciesen la merced de decirme, por dónde había vuelto a entrar la Astrología, pues yo veía que hoy día se practicaba con públicas Academias; de donde infería yo, que el echar de aquella Ciudad esos Caldeos Astrólogos, no fue por privar el uso de la Astrología, sino es por dejarla más pura. Y a la advertencia que nos hizo el Doctorado, de que en Valencia no se hace ya el Calendario, sino es poniendo los días, meses y Lunaciones, la hora de salir el Sol, los Eclipses, y las Fiestas, y que en Francia se escriben del mismo modo, le responde que es falso, como consta de los mismos Calendarios.

El dicho del Rey don Alfonso el Sabio, prueba mi misma opinión, pues dice, que es de los Príncipes necios el honrar a los Astrólogos; y la razón que da, es, porque los Príncipes Sabios dominan a las Estrellas; y como el Rey Don Alfonso era tan docto y tan sabio en la buena Astrología, por eso despreciaba a los Astrólogos, no porque los despreciase, (sino que fuese a los malos) sino es porque él se sabía lo que ellos podían pronosticarle.

El Dilema con que salió Favorino de que, o lo que pronosticamos es próspero, o es adverso, diciendo que si es próspero, y engañamos, le hacemos antes con antes infeliz a aquel a quien lo decimos; y que si es adverso, y mentimos, también le hacemos infeliz: Respondí que si le engañamos, y mentimos, seremos malos Astrólogos; pero que si somos buenos, no ejecutaremos, ni lo uno, ni lo otro: a más de que siendo adverso, y cierto, hacemos bien en decirlo, pues así nos conformamos, con lo que nos enseña S. Gregorio, hom. 35 in Evangelia, donde dice: Que nosotros recibimos con más tolerancia los males, si contra ellos nos armamos del escudo de la presciencia; por cuya causa no es inútil, ni perjudicial en lo Político la Astrología, sino muy útil, y provechosa; pues el Comerciante, hallando en el Piscator [30] que ha de haber muchos naufragios, dejando para otro tiempo mejor el embarco de sus géneros, se librará del naufragio; y esto mismo se dice de los demás.

Decir que son los Astrólogos como Saludadores, porque unos matan con un soplo a un hombre, y otros también con un soplo matan a todo un Ejército, porque unos y otros ganan a soplos la vida, es conocido delirio; pues yo no he visto en mi vida que los Astrólogos soplen, si bien al señor Doctor, parece le han hecho aire; que los Príncipes moderen con sus Leyes inviolables las malas inclinaciones que se hallaren en sus súbditos, es una doctrina cierta; pero eso no proviene de que tengan dominio sobre las Estrellas, sino del que tienen sobre sus Vasallos: por eso aunque Mercurio influyese a los Franceses, pudo Luis XIV en Francia no quitarle la influencia, sino refrenar la inclinación de su súbdito a hurtar por el miedo del castigo. Lo mismo digo de España en orden a las venganzas, y a los generosos bríos que tienen los Españoles, sin que les influya Marte, pues ellos ex proprio Marte, han sido siempre briosos: con que así, no hay que admirar que nuestro Rey y señor Don Felipe (que Dios guarde) haya moderado los aceros de sus fieles Vasallos, por su Real Decreto o Bando, pues esto no es quitar el influjo a Marte, al León Celeste, ni al Can, ni el valor a sus Vasallos: de todo lo cual, no sacamos que sea inútil, ni perjudicial la Astrología en lo Político; antes bien la vemos practicada, y estudiada del mismo Rey, y señor Don Felipe V (que Dios guarde) sabemos que Cayo Julio, primer Emperador, la practicó, y estudió, el Rey Don Alfonso el Sabio, el Emperador Leopoldo, y otros muchos de esta clase.

Daba priesa el Sacristán a que se aplicase el Parche; y luego que se aplicó, se levantó tan bizarra, tan ágil, y tan hermosa, y libre de las heridas con que estuvo maltratada, que todo era norabuenas de aquellos aficionados Teólogos, Médicos y Caballeros que era una pura algazara; y eran tanto el regocijo de verla vivificada, que unos decían a voces viva la Astrología, otros victor el Astrólogo, y aun hasta mi Sacristán, aunque ya no hallaba señas de Entierro, daba muchos brincos, y boltetas, y saltaba de contento.

Pero en medio de esta fiesta hacia un rincón de la sala se oyó un horroroso estruendo, como de uno que rabiaba; a cuya impensada novedad acudieron luego todos, y a breve tiempo [31] se reconoció que era el pobre Juicio Final que, o del susto, o de la rabia de ver ya tan sobre sí a la buena Astrología, le había dado un accidente: unos le consolaban, alentándose, y diciéndole no tomase pesadumbre, estos eran el P. Angelis, Pedro Gasendo, y otros que eran sus amigos: otros pareciéndoles que era el accidente mortal, le ayudaban a morir, estos eran el P. Feijoo y otros Monjes de esta Orden; pero el P. Martín Delrio, presumiendo que algún Mago, algún Hechicero o Bruja le había maleficiado, según lo que pataleaba por remediarle, ocurrió con la autoridad de las Descripciones Mágicas; pero por más que ocurrieron, no pudieron remediarle, y se murió el pobre enfermo; y lo peor del caso fue, que no murió arrepentido, como le sucedió a Pico Mirandulano, que este a la hora de su muerte dio señas muy suficientes de que estaba pesaroso de no haber seguido los Estandartes de la Astrología; antes bien haberse opuesto a sus Banderas, como principal caudillo que fue de nuestros contrarios.

Entonces mi Sacristán, viendo que había muerto el enfermo, empezó a decir con muchas voces: Enterretur, enterretur; por lo cual nos fue preciso disponer el funeral. Los Políticos dijeron que se amortajase en los pliegos que escribieron el amigo Brandalagas, y cierto Pedro Fernández, que se le hiciese la caja de los Parches que quedaron después que se curó la Astrología, y de los emplastos que usó, y no pegaron en vida; y que llevasen el cuerpo a más de los referidos Brandalagas, y Fernández; el que escribió a Paracelso, y por cuarto un hijo suyo; pero dijeron los Teólogos, que no habiendo muerto con señas de arrepentido, no se podía enterrar en Sagrado; por lo cual se determinó enterrarle más allá de la Puerta de Foncarral. Fue mi Sacristán delante, e inmediatamente el cuerpo, pues no llevaba cera, porque siempre anduvo a obscuras: iban de acompañamiento todos sus apasionados; y al fin iba haciendo el duelo el M. R. P. M. Fr. Benito Feijoo, y yo me quedé gozoso con mi buena Astrología, celebrando entre los dos como se verificaba vivir, y morir a un tiempo.

Vino del Entierro el Sacristán, y me preguntó, ¿quién paga? Yo le dije que Martínez que era padre del difunto, de cuya casa, y morada daría razón el mismo José Rodríguez de Escobar, que fue el Comadrón que le asistió en este parto: Díjome luego en secreto, mire usted señor Astrólogo, que he visto [32] otro Papelillo, con el título de Conclusiones de Torres a Martínez, en respuesta de su Juicio Final, y yo no sé si es de usted: Sí señor, le respondí, que ese es un Papel que escribí sobre la marcha, en los Lugares donde llegué a hacer posada, mientras se disponía la cena, temiendo no me ahogase en el camino, y se quedase Martínez sin respuesta a su Papel; pero después que (a Dios gracias) llegué a mi casa con salud, aquellas mismas doctrinas he procurado extenderlas a costa de malquistar mi cachaza, para dar cabal respuesta, no sólo al señor Martín, sino a otros muchos, que ni son del vulgo, ni han querido parecerlo; y para que respondido se procurase sepultar su Juicio Final, tan sin juicio, tan sin fin, tan sin medio, ni principio; y si no le pareciere que queda bien enterrado, responda lo que quisiere, que yo en la Corte, y Salamanca espero las órdenes de Martín: con lo cual volví a tomar mi cuatralvo, y proseguí mi camino; y el Sacristán informado de la casa del Doctor, partió a pedir la propina de su Entierro.


Diego de Torres Villaroel

El Catoblepas